¿No tienes gran habilidad para relacionarte socialmente? La conexión a Internet ofrece un mundo virtual donde puedes formar parte de un grupo, ser miembro de una comunidad. Podrías multiplicar la cantidad de amigos y sentir que estás más conectado con los demás. Un solo clic te puede dar la oportunidad de desinhibirte y crear fácilmente una imagen mejorada de ti (a pesar de no ser del todo real). Todos aprovechan la web para presentar la mejor versión de uno mismo.
Empieza la adicción. Comienza la lucha de sobreexposición de los usuarios con objetivos claros: ser el más conocido de la red, tener más followers, tener más likes.
Los dos personajes que presentamos se vuelven tecnoadictos: no pueden dejar de estar conectados, no quieren perderse nada de lo que está pasando. Creyendo que viven una realidad (paralela), aparentan ser felices. Las nuevas tecnologías hacen que disfruten más de la vida que “aparentan” tener, que de la real. El hecho de estar siempre pendientes de lo que sucede y sentir que el resto está disfrutando más de la vida, les crea ansiedad y frustración. ¿Pero logran vivir el ideal que proyectan continuamente en las redes? Aumenta su adicción.